En este Agosto de 2021 los grandes medios de comunicación han puesto de moda hablar de los tales-ibanes, y sin que sea ese el motivo para estar juntos, hoy estamos aquí para hablar de y con Ivan Marino Ospina; Marino para su familia, Iván y Felipe para los compañeros.
Un hombre llamado Bertolt Brecht, por allá en medio de la segunda guerra mundial, en el siglo pasado, dijo: «hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: Esos son los imprescindibles.»
Pareciera que desde su nacimiento el 16 de Abril de 1940 en Roldanillo, Iván estaba marcado por los abriles que recorrió desde niño y lo llevaron a ser con Jaime Bateman uno de los imprescindibles en la fundación, crecimiento y desarrollo del M-19. Sin ellos el M no era posible; desde muy jóvenes, casi que desde la adolescencia, construyeron una hermandad que trascendió la amistad y se tornó en complicidad en la construcción de sueños y futuros posibles. Eso quedó demostrado durante los 16 años de vida publica del M.
Siempre he creído que Iván fue el polo a tierra de Jaime. Era el encargado de hacer posible la imaginación universal del flaco.
La enorme e inagotable capacidad de Ivan para posibilitar la organización, dotándola de todo lo necesario para existir, consiguiendo de la nada las cosas, resolviendo las necesidades cotidianas. El estar dedicado a lo diario, nunca fue un obstáculo para ejercer su condición de maestro, de comandante, de amigo, de hermano, de cómplice, de compañero.
Formado como militante desde joven en las filas de la Juco, sabía la importancia de la organización en cualquier lucha, por eso su papel como organizador siempre fue fundamental en el crecimiento la llamada estructura organizativa.